III. DECLARACIÓN
DE INTENCIONES
Él apareció de una puerta a su izquierda, cubierto tan solo por una
pequeña toalla blanca. Ella primero abrió la boca al ver la perfección de su
cuerpo casi desnudo. Luego, se sintió sonrojar hasta la raíz del cabello. Pero
clavó la mirada en sus ojos, alzando la cabeza para poder hacerlo. La risa
bailaba en las llamas doradas y casi alcanzó a ver una sonrisa en sus labios
carnosos y duros. Los ojos del hombre se dirigieron hacia su más que recatado
escote.
—Creí que las instrucciones decían que te desabrocharas un botón.
Su voz profunda la hizo ruborizar aún más, pero esta vez de puro
deseo.
—Lo hice —respondió, forzando su garganta para que su timbre no sonara
inseguro.
Le vio fruncir el ceño, pero no enfadado, sino más bien divertido.
Alzó una ceja en su dirección y sus apetecibles labios se curvaron en una lenta
sonrisa.
—No me lo vas a poner fácil, ¿eh?
No contestó. No estaba segura de para qué había ido. Sí, sabía lo que
quería. También lo que él deseaba. Pero no estaba muy segura de poder
ofrecérselo.
—¿Cómo te llamas?
—Karen
—Hermoso nombre —susurró, casi para sí.
Empezó a caminar hacia ella, desviándose cuando sus cuerpos casi se
tocaban para dar una vuelta a su alrededor, sus ojos clavándose en cada
voluptuosa curva de su cuerpo. Se sentía insultada y a la vez muy caliente. La
miraba como si fuera un simple objeto, pero que él quisiera utilizarla era
halago más que suficiente. Ella también
quería utilizarle… y cada vez tenía más ganas.
—¿Y tu nom…?
—Puedes llamarme Mike – interrumpió a su espalda.
—¿Pero es ese…?
—¿Importa?
Karen se volvió enfadada, más que tentada de marcharse en ese momento.
—No me gusta que me interrumpan
—Cuando realmente quieras decir algo, no dejarás que lo haga.
Su sonrisa era enigmática y provocadora, tanto como esas palabras que la
sacudieron con una nueva oleada de humedad. ¡Qué lucha mantenía en su interior!
La mujer independiente y segura de sí misma, contra la mujer que deseaba un
hombre que intentara dominarla con el respeto, no con bravatas. Ganó la de
siempre, y con una mirada altiva, pasó junto a él para dirigirse a la salida.
—¿Sabes a qué has venido, Karen? —preguntó, calmado, como si fuera
consciente de que sólo necesitaba una excusa para quedarse.
Karen se volvió, dejando que su pelo ondulado, resbalara por el frente
de la camisa de seda.
—A que me folles —recordó la dura palabra de Peter en el restaurante y
decidió utilizarla.
Quería parecer una mujer moderna, capaz de espetar ordinarieces como aquella
sin sonrojarse… aunque le resultara imposible hacerlo. El debió de apreciar su
incomodidad, pero la risa ronca que salió de lo más profundo de su pecho no fue
en absoluto ofensiva, sólo otro motivo más para que se enardecieran sus
sentidos.
—No voy a follarte, Karen.
Dio dos pasos hacia ella, desnudándola con la mirada, comiéndosela con
los ojos, provocando oleadas de placer que se extendían desde su vientre.
—Yo no te follaré —susurró, cada vez más cerca—. Te proporcionaré un
placer que nunca has sentido —se colocó a su derecha, acercando los pecaminosos
labios a la sensible piel de su oído—. Te acariciaré —un ligero roce de sus
dedos en la cintura—. Te lameré —pequeño toque de su lengua en el cuello—. Te
morderé —sus dientes apretando suavemente el lóbulo de su oreja.
Estaba más que preparada para que le hiciera todas esas cosas y más.
Todos sus nervios saltaban ahora esperando conseguir un pedazo de ese hombre
que le daba placer solo con su voz y sus palabras. Y todavía no había
terminado.
—Dejarás que me pierda en ese tentador cuerpo tuyo —ahora se colocaba
a su espalda, rozándola con el pecho y calentándola con su aliento—, te
aferrarás a mí con cada espasmo de placer. Te haré gritar mi nombre repetidas
veces. Y conseguiré que adores el sexo sencillamente por el placer.
—Eso ya lo hago —susurró trémula.
Abarcó su cintura con las manos y las fue subiendo lentamente… muy
lentamente, hasta que con el dorso llegó a sujetar el peso de sus senos
hinchados. Con la boca muy cerca de la piel de su cuello, preguntó:
—¿Estás segura?
3 comentarios:
Madre mía, esto se pone caliente.
Besitos
Te acariciare...Te lamere...Te mordere....
Leñe,ella tiene q estar ya totalmente derretida....
Precioso...
Casi me sentí Karen..
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