LA LUZ DE LA VERDAD

(Continuación de La Historia Enlazada)

Aún dentro del santuario creado por el Círculo de Luz, sentían los temblores y el rugido de la Tierra. Val veía el temor en los aldeanos, en sus rostros, y supo en ese momento que debería haberlos obligado a partir con los demás. Muy pocos eran hombres curtidos en las adversidades. La mayoría eran jóvenes que apenas habían entrado en la pubertad, no mucho menores que él, pero sí con la inocencia aún intacta. Sabía que sería incapaz de mantenerlos a todos con vida, pero les permitió seguirle. Había pensado que la muerte era un destino preferible al futuro que Luzbel les tenía reservado. ¡Ojala ahora ese pensamiento no le pesara en la conciencia!

Las sombras del Caído empezaban a salir de los confines del claro, mientras una luz cegadora emergía de la grieta más profunda. Eran seres grotescos por su belleza. Sinuosos, de movimientos suaves y precisos, de facciones hermosas aunque oscuras. Sólo en el brillo de sus ojos se apreciaba la maldad que los corroía y en sus ladinas sonrisas. No sería suficiente para frenar la atracción que los jóvenes sentirían por ellas. Muchos ya se acercaban al borde de la luz para seguirlas. Su grito se oyó por encima de los alaridos de la Tierra.