Anoche tuve un sueño...

Hace unos días, me ví en la tesitura de tener que escribir sobre un adivino y su profecía. Yo me había montado una superhistoria de sacerdotisas y guerreros, y un mundo imaginario. Una profecía de lo más catastrofista, preludio de lo que podría llegar a ser una novela decente. El caso es que no me convencía. Un relato es un relato, no un prólogo ni una historia a medias. Y por muy bien escrito que estuviera, no era lo que tenía que hacer.
Entonces, me acordé de esto: El Fuego de las Mujeres
Una nueva historia empezó a cobrar vida en mi cabeza. Y lo que sigue fue lo que salió. Espero, que la visión de esta profetisa sea de vuestro agrado.



ANOCHE TUVE UN SUEÑO

—Anoche soñé que entre todos podíamos curar el planeta.
Sofía sintió arder las orejas de vergüenza y agachó la cabeza hacia el tazón de cereales. No sería la primera vez que sus hermanas mayores se reían de sus absurdas ilusiones y mamá la reñía por prestar tanta atención a las fantasías. Esta vez, sin embargo, la ausencia de las carcajadas resonó aún con más fuerza precisamente por lo inesperado. Y eso que, de todos sus sueños, aquel era el más fantasioso de todos.
Era de sobra conocido que la Tierra estaba enferma. Sufrían un mal muy común y al mismo tiempo letal: el Abandono. Los únicos doctores capacitados para curarla compartían una actitud que lo enfermaba aún más: la Indiferencia. Así estaban las cosas.
El mundo se moría. Los expertos no le daban muchos más años de vida. Y Eva sabía como sanarlo. ¿Por qué nadie se reía?