IV. Añoranzas y Recuerdos (I)


La ceremonia de consagración a la diosa Eala llegaba a su fin. Yo la había seguido escondida entre las sombras de las columnas, preguntándome cuántas de las jóvenes que esperaban en el banco sagrado cumplirían con su deber de sacerdotisas en lugar de con sus deseos. Desde luego, no la Suma Sacerdotisa Moren, que continuaba con la exhortación final.


—… Una diosa contenta es una diosa benévola —gritaba en ese momento con los brazos extendidos hacia el cielo—. Y la diosa reirá dichosa cuando vea su templo refulgir como el oro, brillar como la plata…

No pude evitar una sonrisa al ver que la correctísima Mailee alzaba los ojos al cielo y fruncía el ceño ante las palabras de la sacerdotisa, que prometía una larga vida a todos los que regalaran sus bienes a la diosa. Había estado observando a las muchachas desde que entraron con sus túnicas de novicias. Casi todas habían sonreído nerviosas en sus asientos, piadosas en sus expresiones y gestos. Horas después el cansancio hacía mella. Este era el momento de descubrir quién sería buena en su cometido y quién se dedicaría a los lujos que acarreaba su cargo.

Mailee me intrigaba. Continuaba en la misma posición desde que la ceremonia empezara, sin expresión en el rostro y sin apenas hacer movimientos. Tan solo el desliz de hacía un momento y que apenas se había notado. Nimia, sin embargo, me daba lástima. Se removía incómoda en el banco, retorciéndose los dedos en posiciones imposibles. Al principio había llegado a pensar que era porque necesitaba aliviarse; pero al notar la palidez de su rostro cuando miraba la efigie de la diosa sobre el altar y la añoranza de sus ojos cuando giraba la cabeza hacia los espectadores, empecé a replantearme esa sensación.

Oona me enternecía. La forma en que observaba arrobada a Moren, asintiendo a sus frases sobre el sacrificio personal y material, sonriendo cada vez que repetía lo sagrado de su misión en la Tierra, conseguía que volviera a creer en el espíritu de la casta sacerdotal. Esperaba sinceramente que la religiosidad que brillaba en su sonrisa no se esfumara con el paso de los años como había pasado con tantas otras. Incluida la mía.

Surin y Tarja conseguían que la ira aflorase en mi interior. Sobre todo Tarja. Su peinado era del todo inapropiado para la ocasión, así como sus aderezos. Una sacerdotisa debía ser piadosa y humilde y todo en ella brillaba; desde los polvos dorados de sus ojos y las piedras preciosas en su tocado, hasta las sandalias bordadas en hilo de oro. Observaba a Surin con superioridad, como riéndose del miedo de la mujer. También ella me provocaba enfado. Una sacerdotisa debía ser humilde, pero en ningún caso cobarde. Y la muchacha se encogía en el asiento, sin levantar la mirada del suelo, apretándose las manos y escondiendo los pies bajo el banco.

Pero la que realmente conseguía conmover mi corazón era Sianne. Desde que empezó la ceremonia, sus ojos brillaban con las lágrimas contenidas y cada dos por tres sus labios temblaban hasta que la joven tenía que mordérselos para no estallar en sollozos. Sus pupilas no se apartaban de la figura de un hombre en la grada. Ambos se observaban con tristeza y un amor que no podían ocultar aunque lo intentaran. Y no lo hacían. Desafiaban a los presentes a alzar la voz contra ellos.

Nunca se oyó una sola palabra al respecto. Nadie podría condenar un lazo tan puro.

Y yo me preguntaba qué clase de religión era aquella que clamaba por el amor al prójimo y negaba a dos amantes la posibilidad de estar juntos.

La Suma Sacerdotisa calló y los pétalos rosados empezaron a caer del cielo, envolviéndonos a todos y acariciándonos con su suavidad etérea. La diosa Eala daba su beneplácito a las muchachas consagradas, como siempre. Mientras me volvía para salir del templo la maldije una y otra vez, sin poder olvidar la expresión atormentada de la nueva sacerdotisa. Intentando apartar de mi mente y pecho el dolor que había sentido yo al consagrarme a la diosa.

1 comentario:

Adela/Mariola (SokAly) dijo...

Necesito encontrar tiempo para ponerme al día contigo, porque has subido al blog muchísimo.

Estabas inspirada ¿eh? Jeje.

Besos

~Ade~

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