IX. Éxtasis





IX. ÉXTASIS

Ni siquiera dolió la primera penetración como había esperado. La delicada cabeza de su sexo, que apenas unos minutos atrás había rodeado con sus labios, se había acoplado de forma deliciosa entre sus pliegues, dejando que estos lo chupasen hacia su interior, como suaves besos de su boca. Solo que más calientes. Aún más mojados.
La fricción habría resultado insoportable si no se hubiera introducido más hondo en su cuerpo, con lentitud pero con firmeza, dejando que los músculos de su vagina lo apretaran a placer, lamiendo toda su extensión en una caricia que pareció eterna. Un jadeo, un gemido y un leve empujón después se había enterrado en aquel lugar que le había esperado ya demasiado tiempo. Su necesitada humedad bañó la piel de su vientre y el nacimiento de sus testículos, que se golpearon ansiosos contra sus nalgas.
Las manos de Mike la abrían lo suficiente para poder ubicarse entre sus piernas y aún más, para que el ángulo de unión fuera perfecto; para que la penetración resultara completa. El olor a sexo los rodeaba como un perfume afrodisíaco. Los labios del hombre todavía brillaban por los besos a su boca y a su centro. Karen conservaba en la lengua el sabor de su propio flujo, bebido desde la misma fuente que había alimentado su deseo. Los ojos de ambos se clavaban en el ansiado acoplamiento. Parecía un sueño que los cuerpos encajaran con semejante precisión.
La euforia que el miembro de Mike había despertado en sus sentidos, aumentó cuando él pareció crecer aún más en su interior, alcanzando un punto especialmente sensible. Su cuerpo se arqueó involuntariamente, hundiéndole más si es que eso era posible. Sentía los párpados lánguidos y pesados, amenazando con cerrarse y privarla del placer de su visión. Luchó por mantenerlos abiertos y ganó el combate en el mismo momento en que las caderas del hombre se deslizaron hacia atrás, retirándole el contacto por el que tanto había rogado.
Fue entonces cuando vio el preservativo que se había puesto de forma apresurada, tanto que ella no se había dado cuenta. Estaba cubierto por una película de resbaladizo lubricante. El más perfecto de todos. El de su propio cuerpo.
Su miembro amenazó con marcharse casi por completo, ignorando la potente succión que quería apresarle para siempre en su interior. Fue sólo un instante que se hizo eterno. Un momento que aumentó la estimulación de sus sentidos: El aroma a deseo los envolvió, dotando a sus movimientos de la solemnidad de un rito místico y ancestral que había dado vida al mundo. El recuerdo del sabor a hombre en sus papilas gustativas volvió como un recuerdo torturador. El perezoso sonido de las manos de Mike acariciándole los muslos, el lento resbalar de su erección completa emergiendo de su centro, el gemido gutural del hombre instantes antes de que sus riñones se tensaran y una acometida inundara de nuevo su feminidad. La visión de su miembro invasor hundiéndose con fiereza dentro del cuerpo que había reclamado como suyo. Era el tacto, sin embargo, el que les permitía disfrutar de cada instante de penetración, de sus almas saliendo la una al encuentro de la otra.
La habitación se colmó de la energía del sexo mientras las dos figuras aumentaban el ritmo de la primitiva danza. Karen se abría a él, al mismo tiempo que lo estrechaba con fuerza. Los chasquidos de su cuerpo al unirse se hicieron más ruidosos en tanto la electricidad en el ambiente se volvía más espesa. Los cuerpos se sacudían con la fuerza de las emociones y el control empezaba a escapárseles de las manos.
El juego de poder y manipulación daba paso al de la búsqueda del placer. La seducción se perdía en la entrega. Ya no eran un hombre y una mujer sino un solo sexo hecho de dos en perfecta armonía suspendidos en un mundo de sensaciones enardecidas. Dos cuerpos que se aferraban con ansia esperando el momento de la caída que los llevaría a las puertas del Paraíso.
Y al fin dos gritos encerrados en un mismo aliento cuando todos los sentidos se fundieron en uno. Cuando la gloria resultó ser completa al poder ser compartida.

4 comentarios:

Lhyn dijo...

"Y al fin dos gritos encerrados en un mismo aliento"
¡Buah, final apoteosico para una bacanal de sensaciones! Me has hecho sentirlo y olerlo todo. ¡Y después dices que lo erótico no es lo tuyo!
Ahora me toca a mí envidiarte.

Besetes!

Iris Martinaya dijo...

No te diré como me he quedado, para no escandalizar, pero si que quiero mas, mas.
No sabes lo que me trasmites, he leído que lo erótico no es lo tuyo??. Estoy de acuerdo con Lhyn.

Besos

Maria dijo...

No me canso nunca de dar las gracias a este mundo del blogger.He conocido grandes amigas en él y GRANDES escritoras,una de ellas,TU.

Has publicado o piensas publicar algo?

No lo has intentado con la editorial Rachel?le esta dando oportunidades a autoras noveles,y mas concretamente a novelas eroticas.....Lei la de Noelia Amarillo y la de Encarna Magin,y estan q te salen los colores....Sin embargo con tus descripciones y tu relatar,no tienes q envidiarle a nadie.ME GUSTO.

uN SALUDO

Kyra Dark dijo...

Muchísimas gracias a las tres!
La verdad es que me gustaría intentar publicar algo de lo que escribo. De hecho, voy a ver si desarrollo una historia que me aprieta las tuercas desde hace un tiempo y hay suerte con ella.
No creo que lo intente con la erótica. Estos relatos me surgen cuando menos me lo espero y son cosas que escribo para que las emociones no me exploten en el interior más que otra cosa. Si encima os gustan... la dicha es completa!
Muchas gracias otra vez por vuestras palabras!!
Un beso enorme

Publicar un comentario

Todo lo que quieras comentar, estaré encantada de leerlo y publicarlo. De hecho, quedaré más que agradecida.