«Las palabras de mi canto
se dispersan como estrellas
en esta limpia noche de invierno.
Son pequeñas chispas que conservan intacto
el poder del fuego…
Palabras de Magia que hablan
a tu tembloroso corazón.
Mientras el día duerme y sueña
en la tranquila oscuridad».
Mensaje: «Mi labor es la de recordarle a los hombres el valor de la humildad cuando, quizás inconscientemente, su orgullo asume los oscuros tintes de la presunción y bloquea el acceso hacia las puertas del Cielo.
«Con frecuencia, los hombres se dejan envolver en un manto real y se sientan sobre tronos de vanidad, obstinados en su falsa seguridad y su falso desapego… Pero, tras ese manto, se esconden sus cadenas.
«La presunción puede seducirte de mil formas sutiles y también puede ocultarse para que tú ni siquiera logres reconocerla en ti mismo. La humildad no es cobardía, ni es sumisión o resignación.
«La humildad es una profunda honestidad con uno mismo, es la voz que hace que te detengas a escuchar, son los ojos que te arriesgas a mirar…»
Sugerencia: «De vez en cuando, pregúntate si eres sinceramente consciente de tus palabras y de tus acciones. La honestidad del corazón no sólo te protege con respecto a tus relaciones, sino que también te protege muy de cerca de los enfrentamientos contigo mismo. La humildad no es una actitud de la mente, un comportamiento que puedas aprender; más bien es un don que recibe el alma cuando se desnuda. Y el cuerpo acompaña esa desnudez, reencontrando los sentimientos, los gestos, los pensamientos, sus necesidades esenciales, despojándose también de todas sus apariencias y descubriendo en la sencillez el placer de existir. Es en esa originalidad reencontrada donde puedes verte tal y como eres y reconocer tus propias cualidades y tu valor. Un valor que no volverás a tener necesidad de demostrar porque habrás alcanzado el centro del que se irradia la serena certeza que necesitaba tu corazón… Poco después, aprenderás a reconocer las cabezonerías del orgullo y podrás decirle amablemente que se calle…».
Las cartas de los elfos, las hadas y los duendes. Tuatha na Sidhe,
Tizziana Mattera
Ediciones Obelisco
2 comentarios:
Ah, cuán importante es la humildad!
Y no me toca todavía practicarla...
Un besote, reina
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