En la vida diaria ¿hay lugar más seguro para los deseos secretos que el mundo virtual? Leo Leike recibe mensajes por error de una desconocida llamada Emmi. Como es educado, le contesta y como él la atrae, ella escribe de nuevo. Así, poco a poco, se entabla un diálogo en el que no hay marcha atrás. Parece solo una cuestión de tiempo que se conozcan en persona, pero la idea los altera tan profundamente que prefieren posponer el encuentro. ¿Sobrevivirían las emociones enviadas, recibidas y guardadas un encuentro «real»?
«Una novela dramática, loca, tierna, maravillosa y sobre todo emocionante…Un juego espléndido sobre la fantasía y la imaginación... Imprescindible.»Hamburger Abendblatt
Sigo diciendo que no voy a hacer una costumbre eso de hacer reseñas. Ni siquiera creo que ésto vaya a ser una reseña. De la novela solo voy a decir que me ha parecido original y maravillosa. Que los personajes son reales, cercanos, que te enamoras de ellos y te da la sensación de conocerlos de toda la vida. Quizá, porque son como nosotros, con los mismos miedos, con las mismas inquietudes.
Como nosotros...
Me ha llegado muy al corazón, quizá porque es un tema que me toca de cerca. Muy de cerca.
La mayoría de las mujeres somos muy mentales. Algunos hombres también, pero ellos son más visuales (sin generalizar, de verdad, no quiero que nadie se me ofenda, todas las excepciones son un alivio dentro de la rutina). Al tema. Las mujeres somos mucho más dadas al juego de las palabras, o mejor dicho, a jugar con las emociones a través de las palabras (hablo de jugar con las emociones en un sentido nada peyorativo, además me refiero a las propias, no a las ajenas). También somos más susceptibles de rendirnos a la imaginación (y cuidado, que no me estoy refiriendo al misterio). Muchas soñamos con un desconocido que nos alimente el alma de palabras. Nos imaginamos su voz, sus movimientos, su aspecto (y quien diga que el aspecto físico no importa en cierta medida, aunque sea mínima y por unos instantes, miente). Muy pocas son capaces de resistirse a los atractivos de la idealización. Ya es difícil hacerlo cuando tienes a la persona delante y el amor nos ciega; a través de la red es casi imposible.
Este es mi particular llamamiento a la prudencia. La novela es una maravilla y todas queremos ser protagonistas de una historia que perfectamente puede estar a la orden del día. Pero la vida no es una novela, por mucho que nos empeñemos en construirla como tal. Y si en el sentido físico la vida da vueltas, en el virtual es un cambio constante... casi una mentira constante.
Nada puede vivir sólo de palabras... tampoco el alma... y mucho menos el amor.
Edito la entrada aunque nadie más que yo lo note porque el mismo autor me ha leído el pensamiento:
«Pero lamentablemente la felicidad no se compone de mensajes de correo electrónico»Leo Leike
Cada Siete Olas, Daniel Glattauer
2 comentarios:
Venga, otro más que hay que añadir a la lista. Dices que es diferente y lo diferente siempre vale la pena.
¡Un beso guapa! Cuando lo lea, ya te daré mi opinión.
Lo leí hace un tiempo y estoy absolutamente de acuerdo contigo...me encantan los finales felices pero no son reales, por eso los finales dónde mueren los héroes, son tan cercanos a nosotros, porque son reales....como la vida misma.
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