Este es el Proyecto 1 del grupo Adictos a la Escritura. Se trataba de hacer una descripción de una imagen (a elegir entre tres) Esta es la mía:

«Cierra los ojos. Respira hondo. Y por un momento olvídate de todo lo que sabes.
Alza la mano y roza con la punta de los dedos, los brotes tiernos de este hermoso abedul. El árbol de la consciencia está preparado para alumbrar lo mejor de sí mismo. Acaricia la rugosidad verdosa del nacimiento, la dureza que el delicado embrión tiene que vencer para ver la luz del día. No será fácil. Pero lo logrará. Y la diminuta semilla del crecimiento dará alas a sus compañeras, que por fin encontrarán el valor para enfrentarse a sus miedos.
Ahora da un paso al frente. Hunde un pie en el lago de la esperanza. Deja que la humedad se cuele por las grietas de tu dañada piel y enfríe la ira que todavía llevas dentro. Confía en mí. Haz de mi orden un acto de fe. No soltaré tu mano mientras te bañas en el estanque del perdón. Tiraré de ti cuando sepa que estás lleno de serenidad. Y aún así, si no te atreves, me sumergiré contigo para que nunca más vuelvas a desconfiar.
Cuando te estés secando en la arena, mantén la mirada en el cielo de la amistad. El naranja del cariño dará paso al rosa púrpura del amor. Empápate de su esencia y disfruta del momento de dicha. Efímero e infinito a la vez. Que tu cuerpo se recorte contra el horizonte y los últimos rayos del sol ayuden a tu sombra a proyectarse lejos. En ese momento serás grande. Y si acaso te has perdido, yo podré volver a encontrarte.
Después, corre con todas tus fuerzas en busca de los esquivos sueños. Escala las montañas del dolor, vacía los bolsillos de los desengaños. Sonríe a los compañeros del camino y déjalos ir cuando el tiempo haya llegado. Bebe del aire puro que te rodea y aliméntate de la magia de estar haciendo lo correcto. Haz de tu cuerpo una liviana pluma y ríe al levantar el vuelo hacia el firmamento oscuro. Que la luna de la felicidad, sea tu destino final.
Y no tengas miedo por nosotros. Los que te amamos volaremos contigo allá donde tu vayas. No es necesario que mires atrás.»
Abrí los ojos y la claridad me desorientó unos instantes. Luego, cuando observé el paisaje, sentí que lo había recorrido hacía poco. Muy bien acompañado.
—¿Lo he hecho bien?
Me acerqué a la joven cuya sonrisa podría rivalizar con el brillo de la estrella más hermosa y envolví su cuerpo con mis brazos. Aspirando el intenso aroma de la hierbabuena en sus cabellos, posé dos suaves besos en sus ojos ciegos.
—Sí, mi vida —susurré bajo el peso de su mirada velada—. Nadie lo habría hecho mejor.
Esta fue una de las canciones que me ayudó